Historia de la marihuana en México

Historia de la marihuana en México

Los orígenes de la marihuana en México

Aunque parezca que el cannabis siempre ha estado presente en México, lo cierto es que sus orígenes se encuentran en Asia, concretamente en las cordilleras del Himalaya, desde donde se extendió a prácticamente cada rincón del planeta. En el caso de México, fueron los españoles, con la llegada de Cristóbal Colón, quienes introdujeron el cannabis en el país. Llegó en los barcos que provenían de la península ibérica, y su uso era el legado de la invasión morisca. Incluso después de la Reconquista y de la Inquisición, el uso del cannabis en España era una realidad, tanto para textiles como para su uso medicinal. Así fue como la planta entró en México, en los galeones españoles que traían sus semillas con el fin de producir textiles en «La nueva España».

Concretamente, fue Hernán Cortés quien la importó y así fue como los indígenas mexicanos aprendieron a cultivar cáñamo y rápidamente se desarrolló la agricultura de la marihuana en el territorio. A su vez, algunos comenzaron también a consumir cannabis, anteriormente a la llegada de los invasores, la población local ya tenía la cultura del consumo de plantas y raíces con efectos psicoactivos: hongos, peyote, toloatzin (semilla de la virgen) y el picietl o yetl conocido como nicotina rústica (tabaco).

Así que la llegada de esta nueva planta, el cannabis, fue bien recibida, y pronto la comenzaron a usar tanto para fines recreativos y medicinales como para rituales religiosos. Con el paso del tiempo, el uso medicinal del cannabis se fue desarrollando cada vez más en México, pues en el siglo XVI ya se utilizaba para tratar la gonorrea y para regular el ciclo menstrual, así como para paliar el dolor muscular y de muelas.

Por otro lado, existen documentos que prueban el uso que la población mexicana hacía del cannabis en rituales de carácter espiritual, como por ejemplo un relato de Guillermo Prieto que data de 1857 y donde se describe la costumbre de una comunidad indígena de San Juan del Río (Querétaro), que consistía en fumar marihuana para entrar en trance y adivinar si el matrimonio entre dos jóvenes debía producirse o no.

Siglo XX, comienza la era de la prohibición

El uso del cannabis se popularizó en México hasta tal punto, que al inicio del siglo XX era ya algo común entre los locales. De hecho, durante la revolución, que comenzó en 1910, el consumo de cannabis se convirtió en un símbolo más a través de la famosa canción que ya forma parte de la cultura mexicana «La cucaracha». Una cultura de consumo de cannabis que no gustó nada a su país vecino, de hecho, el nombre «marihuana» o «marijuana», acuñado en la región, se convirtió en símbolo y estigma de la prohibición estadounidense. Ahora explicaremos por qué.

Al inicio del siglo, la inmigración mexicana llevó consigo a USA la costumbre de consumir cannabis. Comenzaron a migrar al país vecino para trabajar como mano de obra barata, lo que comenzó a producir algunas tensiones socio-económicas que terminaron por agravarse con la llegada de la gran depresión de 1929. Por ello, cuando Harry J. Ansilinger (comisionado de la Oficina Federal de Narcóticos de USA), lanzó su campaña para criminalizar el consumo de marihuana, la demonización de la inmigración mexicana y de la palabra «marijuana», fueron claves para su éxito.

La idea era relacionar el consumo de cannabis con actividades delictivas e inapropiadas para empujar leyes prohibicionistas. La campaña caló hondo y vino seguida por la primera ley prohibicionista en 1913 en el Estado de California. Tal como sucedería a la inversa casi decenas de años más tarde, otros Estados se sumaron a esta fiebre ilegalizadora cannábica. Como consecuencia del marco legal estadounidense y por presión de este país, México también prohibió la marihuana en 1920, concretamente su producción, venta y uso recreativo. Años más tarde, concretamente en 1027, prohibió específicamente su exportación.

Década de los 60: hippies, mota, y war on drugs

Tal como explicamos en otros artículos, durante los años 60 los hippies abanderaron el consumo de marihuana como forma de protesta, así como también para «abrir la mente». A pesar de las fuertes políticas prohibicionistas de USA, el consumo de marihuana se propagó entre los jóvenes norteamericanos. Fumaban cannabis que provenía principalmente de México y Colombia, variedades landrace mexicanas que eran sativas relativamente tempranas comparadas con las colombianas o las tailandesas, y que habían sido bautizadas acorde con la región donde se habían cultivado: Chiapan, Guerreran, Nayarit, Michoacan, Oaxacan, y Sinoalan. Plantas altas que producían cogollos alargados con un efecto totalmente cerebral y muy psicoactivo que enamoró a los hippies de la época.

A pesar de que los dos países habían firmado en 1961 la Convención única de estupefacientes, durante casi toda la década hubo tensión entre los dos países ya que USA, bajo el mandato del presidente Lyndon B. Johnson, responsabilizaba directamente al gobierno mexicano (dirigido por Gustavo Díaz Ordaz), de permitir la exportación de todo tipo de drogas a su país vecino, entre ellas, cannabis. La explosión del consumo durante aquellos años entre los jóvenes estadounidenses hizo que el siguiente en tomar el mando, Richard Nixon, endureciera las medidas de control fronterizo en 1969 con la llamada «Operation Intercept», que no era otra cosa que un registro de 3 minutos de duración máxima de todos los coches que cruzaban la frontera desde México a USA. Esto causó protestas por parte de la población mexicana y mucha indignación. Poco sabían que la cosa no había hecho más que empezar, pues dos años más tarde Nixon proclamó la llamada»Guerra contra la droga», y declaró que su objetivo era terminar con el «enemigo número uno de los Estados Unidos». A partir de entonces los esfuerzos de USA por impedir que los cogollos mexicanos entraran en su territorio se intensificaron, y en 1978 la DEA comenzó a destruir campos de cultivo pulverizando paraquat desde avionetas.

Por su lado, el cultivo de cannabis, que tradicionalmente había sido una actividad llevada a cabo por campesinos, se convirtió en una operación controlada por los carteles mexicanos que se formaron inicialmente con los beneficios del tráfico de «mota». Las montañas de Sierra Madre Occidental se convirtieron en el epicentro del cultivo de cannabis y la zona, que comprendía los Estados de Chihuahua, Durango y Sinaloa, fue apodada «the golden triangle».

Años 80: nace el primer sindicato del narcotráfico mexicano

Sin embargo, el prohibicionismo y las medidas tomadas por el gobierno de los Estados Unidos no impidieron que la droga siguiera entrando. De hecho, durante los años 80 aumentó el narcotráfico y nació la organización que cambiaría para siempre la historia del país: el cartel de Guadalajara. Hasta entonces, la producción y distribución tanto de cannabis como de opio estaba en manos de varias bandas dirigidas por los jefes locales. Miguel Ángel Félix Gallardo consiguió aunarlas a todas, de este modo, el llamado «jefe de jefes» cambió las reglas del juego, pues tal como reza el dicho «la unión hace la fuerza», y el cartel de Guadalajara consiguió con ello aumentar su capacidad para producir y abastecer de marihuana a los Estados Unidos. Más tarde, este cartel consiguió establecerse como mediador entre los narcos colombianos y la nación norteamericana, y se convirtió en puente y puerta de entrada de la cocaína al país.

El surgimiento de la organización no pasó desapercibida a la Dirección Federal de Seguridad de México, la agencia de inteligencia encargada de informar a la CIA. Tras conocer que los americanos los estaban vigilando, Rafael Caro Quintero, socio y mano derecha de Miguel Ángel Félix Gallardo, ordenó el secuestro de Kiki Camarena, un agente de la DEA que formaba parte de la investigación, que fue torturado hasta la muerte. El asesinato de Camarena fue el principio del fin para el cartel, y también el comienzo de una era de violencia y terror que aun dura hoy en día. Una ola que se ha cobrado miles de vidas y que gira entorno al control del territorio.

Como se puede comprobar, las políticas prohibicionistas en materia de estupefacientes y en particular con el cannabis no han hecho que disminuya el consumo de este. Más bien al contrario.

2000-2020: Un lento camino hacia la regularización

En las dos últimas décadas, el conflicto contra el narcotráfico ha hecho que aumente la tensión en el país e incluso han surgido los llamados grupos de autodefensa, civiles armados que se enfrentan a los carteles. La situación se ha vuelto insostenible y por ello varios políticos y altos cargos públicos han comenzado a plantearse que quizá, el marco legal que se creó en su día para el cannabis, no sea el mejor. Figuras como el ex-presidente Vicente Fox, quien apoyó ferozmente la guerra contra las drogas durante su mandato (2000-2006), y que años más tarde se ha declarado públicamente como activista a favor de la regularización como forma de debilitación económica de los carteles. Su sucesor en la presidencia, Calderón descriminalizó la posesión para uso personal de cannabis en 2009, y más tarde, en 2017 se aprobó el uso medicinal y científico. Actualmente se está considerando legalizar el uso recreativo.

Para entender este cambio de paradigma hay que tener en cuenta tres factores que han sido esenciales, como comentábamos más arriba, el primero ha sido la situación político-social derivada de la llamada «guerra del narco». El segundo factor que ha empujado estos avances ha sido la ola reguladora que se ha producido en casi todos los Estados de USA. Por último, el caso de una niña mexicana, Graciela Elizalde, a la que una juez autorizó a utilizar cannabis medicinal como tratamiento a la epilepsia que padece resultó ser el motor para la aprobación de la ley del 2017. Fue una sentencia histórica que marcó un antes y un después, y que abrió la senda de la regularización, algo que muchos mexicanos han estado esperando mucho tiempo. Se necesitarán años para reparar el daño causado por la prohibición en México, pero al menos, ahora, parece que se está avanzando poco a poco en la dirección correcta.

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